lunes, 15 de enero de 2018

Enfermos de cáncer de EEUU viajan a Cuba en busca de tratamientos

Los estadounidenses enfermos de cáncer que desean tratarse en Cuba enfrentan por estos días un gran dilema: cumplir las leyes de su país o intentar prolongar su vida.

Las nuevas regulaciones de la administración Trump sobre los viajes a la Isla, en marcha desde noviembre de 2017, ahora son un obstáculo para un creciente número de enfermos que consideraban recibir vacunas cubanas o ya habían empezado a hacerlo.

Un reciente reportaje de Public Radio International (PRI) reproducido por USA Today, asegura que muchos estadounidenses en esta situación estaban viajando a Cuba
“silenciosamente” por su cuenta, utilizando la categoría “pueblo a pueblo” instaurada por el presidente Obama.

Sin embargo, la eliminación de los viajes individuales en esta categoría por el gobierno de Trump, cierra esta opción a los enfermos y los obliga a visitar la Isla en grupos organizados o en otras variantes individuales con mayor supervisión, como la categoría “apoyo al pueblo cubano”.

“Pero como a los viajeros de esas categorías se les exige que mantengan un calendario completo de actividades, es probable que no sean una buena opción para pacientes con cáncer”, dice el medio estadounidense.

Para PRI, “la pregunta con la que muchos pacientes están lidiando es cómo entrar y salir de Estados Unidos sin ser descubiertos, debido a la probabilidad de un mayor escrutinio”.

“Creo que es absolutamente escandaloso. Lo que hizo Trump hace que sea mucho más difícil ir”, dijo Nancy Kelly, paciente de 71 años de California que viajó a Cuba en la primavera pasada para atenderse en el Centro Internacional de Salud La Pradera, en La Habana, donde son tratados la mayoría de los estadounidenses con cáncer que viajan a la Isla.

A pesar de las restricciones, estadounidenses como George Keays no tienen dudas sobre sus prioridades.

“No estoy buscando violar la ley, pero tampoco estoy buscando morir –declaró Keays, un agente inmobiliario de Colorado de 65 años con cáncer de pulmón en etapa 4 que ya se trató en La Pradera y pretende volver a Cuba este año.

“A las personas como yo, se les debe permitir probar lo que quieran para mantenerse con vida, lo que sea que crean que funcionará. Lo último que necesitan es al gobierno apretándole el cuello por una regulación arcaica que dice simplemente que debemos tomar lo que está disponible aquí y morir”, comentó.

Cimavax, Vaxira

Como George Keays y Nancy Kelly, muchos estadounidenses viajan a Cuba para ser tratados con medicamentos creados por la industria biotecnológica de la Isla, en especial con las vacunas terapéuticas Cimavax y Vaxira, que se aplican en estadios avanzados del cáncer y funcionan activando el sistema inmune de un paciente para combatir la enfermedad.

En ensayos realizados en Cuba, ambas vacunas han logrado prolongar la vida al menos unos meses a quienes se les ha aplicado, en particular a enfermos de cáncer de pulmón, aunque se estima que también pudieran ser efectivas con otros tipos de cáncer.

Con varios años de recorrido, Cimavax está disponible para los cubanos de forma gratuita desde 2011 y ha sido aplicada a más de 5,000 pacientes en todo el mundo. Vaxira, por su parte, actualmente es sometida a más pruebas en Argentina y está disponible en ese país y en Cuba.

En 2016 se anunció un ensayo clínico de Cimavax en el Instituto Roswell Park del Cáncer, uno de los más importantes de Estados Unidos, como resultado de una colaboración con el Centro de Inmunología Molecular de La Habana. La prueba comenzó meses después en Buffalo, Nueva York, y se espera que demore al menos tres años en ser completada y que en ella participen hasta 90 pacientes.

La Dra. Candace S. Johnson, presidenta del Instituto Roswell Park, comentó en una entrevista que este ensayo clínico podía sentar las bases para futuras investigaciones y terapias contra el cáncer en Estados Unidos.

“La ciencia nos dice que esta vacuna es única, que no hay nada parecido en ningún otro lugar del mundo y que tiene el potencial para ayudar a decenas de miles o tal vez millones de personas”, aseguró entonces.

Según PRI, los investigadores de Roswell Park actualmente realizan estudios preclínicos de Vaxira en animales para determinar si se hace luego un posible ensayo de la vacuna en humanos, decisión que podría tardar al menos un año.

Aunque los científicos cubanos son optimistas sobre sus vacunas y estudian cómo llevarlas a un nuevo nivel para aumentar la supervivencia de los pacientes, la comunidad médica de Estados Unidos es más cautelosa sobre los posibles resultados.

El Dr. Robert Doebele, profesor asociado de oncología médica en la Universidad de Colorado-Denver y editor principal de la revista de la Asociación Estadounidense para la Investigación del Cáncer, entiende que Cimavax “es muy conocida en Internet y los pacientes están comprensiblemente desesperados por conocerla”.

“Pero el hecho es que simplemente no sabemos si funciona todavía”, opina.

No obstante, muchos estadounidenses enfermos que han conocido de las vacunas cubanas desean al menos intentarlo. Al precio que sea necesario.

A La Pradera

Desde el acercamiento entre Cuba y los Estados Unidos desde fines de 2014, el número de estadounidenses que acudieron al Centro Internacional de Salud La Pradera aumentó constantemente, a pesar del precio del tratamiento: alrededor de 860 dólares por dosis.

De acuerdo con PRI, el costo total del viaje, que incluye el pasaje aéreo, el alojamiento y el suministro del medicamento para llevar a casa, puede superar los 10,000 dólares. Más aún si el enfermo es acompañado por su familia.

No obstante, en 2016 fueron 50 los estadounidenses que recibieron tratamiento en esta clínica especializada y 47 en los primeros ocho meses de 2017, cuando el número de consultas sobre las vacunas se triplicó con respecto al año anterior.

Pero con las medidas de Trump contra Cuba los números se estacaron.

La Dra. Anabely Estévez, quien atiende a enfermos de cáncer en La Pradera, dijo al medio estadounidense que tras el anuncio de las restricciones de viaje comenzaron a recibir cancelaciones.

“Hay muchos pacientes que son adecuados para el tratamiento pero que no vienen por razones políticas”, comentó Estévez. “Como médico, me siento muy mal porque creo que nuestra vacuna es un buen tratamiento que puede extender la vida de estas personas”.

Una de las opciones que han comenzado a manejar los enfermos estadounidenses es viajar a la Isla por un tercer país, como solían hacerlo antes del restablecimiento de las relaciones.

Para la agencia P & G Travel de Ontario, una de las utilizadas por los estadounidenses para viajar a Cuba, los números suben y bajan. Desde los anuncios de Trump en junio, la cifra de reservas directas desde Estados Unidos cayó un 60 por ciento. En cambio, las reservas de estadounidenses que llegan a la Isla desde otros países aumentó un 30 por ciento, según Tathiana González, especialista de la agencia en Cuba.

“Cuando te dan un mes de vida, ve. Es algo básico”, dijo González.

Otra arista es la entrada de las vacunas cubanas a Estados Unidos por los propios enfermos para su tratamiento. Algunos pacientes como Judy Ingels, de 74 años y enferma de cáncer de pulmón en etapa 4, entraron sus dosis en bolsas refrigeradas luego de una estancia en La Pradera.

Cuando Ingels le dijo al agente de la Administración de Seguridad del Transporte en Florida que ella llevaba una vacuna, este abrió su bolso y hurgó, pero no hizo preguntas, de acuerdo con PRI.

Pero al agotarse su suministro, y tras una reducción de su tumor que atribuye a Cimavax, ella desea nuevas dosis. Por eso, está considerando opciones como viajar a Cuba a través de las Bahamas o contratar a una “mula” profesional que vuele a la Isla para recibir la vacuna por una tarifa.

Sin embargo, para muchos estas no pueden ser las opciones y opinan que el gobierno de Donald Trump debería considerar su situación.

George Keays, cuyo cáncer ha empeorado aun habiendo probado varios tratamientos en los últimos dos años –entre ellos la vacuna Vaxira–, planea volver a Cuba para continuar su tratamiento a pesar de las leyes de su país, pero cree que la solución definitiva está en un cambio en Estados Unidos.

Keays está trabajando en una carta para el Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense para que interceda por los enfermos como él y ha motivado a otros pacientes para que escriban también.

“Tengo la intención de hacer todo lo posible para exponer cómo estas restricciones roban la esperanza, y posiblemente, la vida, de los pacientes que sufren de cáncer terminal, así como otras enfermedades que podrían beneficiarse de los avances de Cuba en la medicina”, comentó Keays. “La ignorancia en esta nueva política es asombrosa”.

1 comentario:

  1. Grande Cuba, los Estados Unido, se ostinan a hacer guerra a quien puedan demostrar que son mejores que ellos, sin embargo, los primero que se beneficiarian de tratar con respeto a Cuba, serian mas que nadie, sus ciutadanos a ser beneficiados.

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