jueves, 14 de diciembre de 2017

El impacto del bloqueo

En marzo de 2017, el Gobierno ucraniano adoptó como política oficial el bloqueo comercial de Donbass que semanas antes había iniciado un pequeño grupo de la extrema derecha. Liderado por Semen Semenchenko y Volodymyr Parasiuk, dos figuras políticamente irrelevantes y que ni siquiera contaban con un grupo especialmente poderoso, el bloqueo tuvo éxito precisamente por el apoyo de las autoridades que, pese a exigir la retirada del grupo de las vías que ocupaba, finalmente adoptaron esas mismas medidas.

El bloqueo, que evidentemente infringe los acuerdos de paz que Ucrania sigue defendiendo
como única salida al conflicto en Donbass -Minsk exige la completa reanudación de las relaciones económicas entre Kiev, Donetsk y Lugansk-, ha supuesto un problema a ambos lados de la línea del frente, una frontera de facto creada por la guerra y por las medidas económicas tomadas en Kiev. El bloqueo, que ha causado en Donbass problemas para la industria y ha obligado a buscar otras vías de suministro, ha supuesto un reto adicional para la maltrecha economía de la zona, dañada por el castigo colectivo que es la guerra. Sin embargo, incluso Kiev admite ya que ese bloqueo ha afectado también a la economía ucraniana, dañada por la desindustrialización y el pago de créditos e intereses de su deuda.

El impacto del bloqueo en Ucrania
Artículo Original: Antifashist

“El tiro por la culata”, “pegarse un tiro en el pie”, o efecto boomerang son frases que perfectamente se pueden aplicar a Ucrania, que este año ha organizado un bloqueo comercial contra Donbass.  Además, es preciso recordar que el comandante en jefe Poroshenko dirigió personalmente esta idea, iniciada por los patriotas Semenchenko y Parasiuk, que fueron los primeros en plantarse sobre las vías del tren que enlazaba con la RPD y la RPL. ¿Cuál ha sido el resultado de esta acción patriótica? Ucrania se ha castigado a sí misma con la pérdida de otros 500 millones de dólares.

El efecto negativo en la balanza comercial de Ucrania a causa de la finalización del comercio con los territorios no controlados (NKT por sus siglas en ucraniano) de Donbass ha sido estimado en 1.800 millones de dólares en 2017 y 500 millones en 2018, según admitió el vicepresidente del Banco Nacional de Ucrania, Oleh Churiy. Lo único que ha evitado la caída al abismo ha sido una cosecha de grano de récord en la temporada 2016-2017, que ha permitido compensar parcialmente las pérdidas que ha causado el embargo comercial en el país.

Sin embargo, el próximo año las pérdidas serán mayores debido a que los inversores no se pegan por llevar su dinero al país del victorioso Maidan, donde reina la corrupción y la legalidad brilla por su ausencia. En el lenguaje de la presentación del Banco Nacional de Ucrania suena así: “la actividad de los inversores extranjeros aún es limitada a causa del alto nivel de corrupción y riesgos legales”. De esta forma, en el periodo 2017-2019, el déficit actual se mantendrá en 4.000 millones hasta reducirse al 3% del PIB en 2019.

¿Qué significa todo esto? Es muy sencillo: hay que convencer a los patriotas para que sigan cooperando con el FMI. Si han destrozado Donbass para favorecer a Occidente, ahora quieren más créditos, no más presión. De hecho, la industria del país ha quedado prácticamente liquidada desde la victoria de la revolución de la dignidad y el flujo de dinero ha pasado a estar principalmente en el sector de la agricultura, pero hay que pagar los intereses de las deudas ya contraídas. Según el Banco Nacional de Ucrania, en 2019-2020, Estados Unidos espera un aumento en los pagos de deuda externa: si en el actual ejercicio la cantidad ascendió a 3.000 millones de dólares, el año que viene serán 4.500 millones y en 2019 la cantidad deberá rondar los 7.500 millones, lo que hará imposible que aumenten las reservas de moneda extranjera. En pocas palabras, la patria es demasiado cara para el mundo.

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